...CULTURA ÉS ALLÒ QUE QUEDA DESPRÉS D'HAVER OBLIDAT ALLÒ QUE ES VA APRENDRE...
André Maurois



lunes, 31 de marzo de 2008

SeMaNa SaNtA dE BaEnA...


Son las seis y media de la tarde del Jueves Santo. Me encuentro en Baena, un pueblo sureño de Córdoba donde la Semana Santa se vive con ilusión, sentimiento, fe y ganas de mucha fiesta.

Estoy observando Las Estaciones, procesión donde todas las cofradías y sus respectivas hermandades desfilan bajo la atenta mirada de todos los baeneros y muchos de los turistas que se han acercado a Baena para ver su tan especial Semana Santa. Puedo ver desfilando a la hermandad del Cristo de la Sangre, Jesús de la Ventana, la hermandad de San Diego… Algunas hermandades son llamadas popularmente por los colores de su indumentaria, como por ejemplo los Pimientos Morrones (llamados así por llevar una túnica roja y un capirucho verde).

Algunas hermandades van alumbrando con una larga vela y otras llevan el acompañamiento de un tambor ronco como los Pimientos Morrones o los “Enlutaos”, hermandad de La Madalena del Viernes Santo por la noche que recibe este nombre por ir sus integrantes vestidos con túnica y capirucho negros. Las hermandades que llevan tambor tienen un toque diferente para diferenciarse, así, las unas de las otras.



Hermandad tras hermandad con su estandarte como presentación, por fin llegan los Judíos coliblancos y colinegros, una de las figuras más emblemáticas de Baena fuera y dentro de esta localidad. Su indumentaria es muy característica: chaqueta roja bordada, camisa blanca, pantalón y zapatos negros, pañuelo multicolor sujeto al cuello mediante una sortija y un casco terminado en un plumero de plumas de ganso multicolor y una cola de caballo negra, en el caso de los colinegros, o blanca, en el caso de los coliblancos. Sin duda alguna, el elemento clave del Judío es su tambor. No se trata de un tambor ronco como el descrito en las hermandades anteriores, sino de un tambor que facilita el redoble y un toque más rápido y constante. Cuadrillas y cuadrillas de Judíos desfilan ante mí sin parecer tener fin.

Después de la procesión cada cofradía acude a su cuartel, local donde se reúnen las hermandades para comer, beber y hablar después de cada procesión. Algunos cofrades ya habrán acabado su labor por hoy. Otros, en cambio, como los “Enlutaos” y la hermandad del Cristo de la Sangre, deben prepararse para la procesión que tendrá lugar a media noche, la Procesión del Silencio. En este acto se van enunciando todas las estaciones hasta llegar a la muerte de Jesús en riguroso silencio. Cierto es que ningún baenero duerme la noche entre el Jueves Santo y el Viernes Santo, pues después de la Procesión del Silencio (que acabará de madrugada) sacarán de la Iglesia de San Francisco a las seis de la mañana a Jesús de Nazareno, patrón de Baena. Los baeneros no sólo irán a ver su salida, sino que muchos de ellos acompañarán a la imagen alumbrando.

Afortunadamente, no ha llovido el Jueves ni el Viernes Santo como ha ocurrido otros años. No he visto llantos ni impotencia por no poder llevar a cabo el trabajo preparado durante todo un año con tanta devoción. Dejémonos de tener imágenes frívolas de la Semana Santa en el sur de España con devotos fustigándose o con cadenas en los pies. Seamos capaces de ir más allá y vivir este acontecimiento no sólo como un acto de fe ni como una fiesta, sino como unos días donde grandes obras de arte son sacadas a la calle para la admiración de muchos.

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